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Educación

 Eran las 5 de la tarde y habíamos quedado para hablar antes de subir a jugar, y y llevé el contrato impreso para que lo firmase. Le había metido algunos cambios para que fuese más humillante para ella, era lo que más le gustaba y yo iba a complacer ese deseo. Según lo firmó, cambiamos el chip. - Bien, ahora vas a susurrarme al oído que eres mía. - le dije. - Soy tuya... - respondió obediente. Acabamos y subimos a mi casa. En el ascensor me mostré frío con ella mientras se restregaba a mi, buscando calor. Nada más entrar, la conducí a mi habitación. Al entrar, sin aviso alguno, la agarré con fuerza del pelo y la tiré al suelo con el mayor desprecio que se le puede tener a algo y le susurré "mientras estés conmigo estarás de rodillas, como la puta que eres, en cuanto vuelva quiero verte solo con el tanga puesto y los ojos vendados de rodillas frente al sillón. Espero que te haya quedado claro.". Tardé apenas dos minutos en volver y allí estaba, esperando, con un tanga negro fi

Engaño

 Una tarde de urbex, un día de 22° en pleno octubre, nada excesivamente raro en Asturias. Habíamos llegado a una vieja casa abandonada en la providencia, la única que ella no conocía y no había ido, y nos pasamos más de una hora explorandola. Cuando empezó a bajar el sol, nos sentamos en el balcón a ver el atardecer y hablar un rato. - Vaya pifia de partida que nos hicimos el sábado. - le comenté. - Yo el sábado fui como zombi por Luanco, fue un día largo... - respondió. - El sábado me dijiste que no te encontrabas bien, y que por eso no querías quedar... - Ya...  - Y fuiste a Luanco. - respondí en tono cabreado. - Si te decía que me iba te ibas a enfadar. - Ya, es mejor mentirme. Me levanté y entré al interior de la habitación, dando una patada a la mesa de noche que había al lado de la ventana. Ella vino tras de mí tratando de explicarse, pero yo estaba cabreado y pasaba de ella, no tenía ganas ni de mirarla. La discusión se calentó y ambos empezamos a gritarnos de todo, nada bueno,

Fuego

 Una conversación de WhatsApp. - Habíamos quedado en terminar con esto. + Lo sé... Pero te echo de menos, tengo ganas de tí. - Si vienes no esperes sexo romántico. + Si voy acepto ser tu sumisa, esclava, tuya todo el tiempo que esté ahí. - A las 8 te paso a recoger. Ponte el vestido gris ajustado que te regalé y lencería negra. Se puntual. El silencio se adueñó del chat, y puntual como un reloj me esperaba en la puerta de su casa, con su vestido gris ajustado, tacones y una chaqueta de piel negra. La llevé a tomar una cerveza, charlamos un rato, como hacíamos normalmente. Yo llevaba la camisa negra que solo me ponía para ella y mis botas, junto con la chaqueta de cuero lisa. Hacia las 10, la llevé a un restaurante cerca de mi casa a cenar y ella pareció algo sorprendida. - Que raro que cenemos fuera, pensé que íbamos a jugar... - dejó caer. - Creo que hoy eres mía, y que yo sepa... - me acerqué a su cuello y susurré - las zorritas buenas no se quejan de que las inviten a cenar... - Per

Novata

 Se sentó en el sillón a ojear la cuerda que había sobre el escritorio mientras yo encendía un cigarrillo en la ventana, a un metro escaso de ella. - ¿Y esto para que lo usas? - me preguntó con su sonrisa risueña. - Para atar las manos a la chica que me traiga. - respondí. - ¿Y luego que? - Luego pues depende, no se decirte, no llevo un patrón. Acto seguido abrió el cajón y encontró el antifaz negro opaco para los ojos y la correa de perro. Me miró extrañada y sonriente y siguió sacando juguetes. Una fusta, una mordaza de bola, esposas... - Jo, tienes un montón de cosas... Yo nunca usé nada de esto - me dijo mientras las examinaba. - Son divertidos, ¿te gusta alguno en particular? - le pregunté yo con una sonrisa. Ella me la devolvió y levantó el antifaz, la cuerda y la mordaza para acto seguido echarse en la cama a jugar con ellos, probándose el antifaz y examinando detenidamente la mordaza.  Ella llevaba puesta una camisa fina y unos shorts, y sabía que yo la estaba mirando, tanto lo